19 ene 2011

Noche de un Insomne III: Cuando no hay luna

Capítulo III:

Cuando no hay luna…
Riiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiin.
El despertador sonaba en vano, nadie en ese cuarto dormía. Brian se levantó del taburete para apagarlo y seguidamente, fue a darse una ducha.

Después de vestirse y desayunar, revisó su mochila para comprobar que no se le olvidaba llevar nada a clase.
Por su edad, Brian debería estar cursando cuarto de secundaria, pero por alguna extraña razón, repitió segundo. Ahora cursaba tercero, y se prometió aprobar todas las asignaturas con buena nota.Se acercó a la nevera con una bolsa y metió la bandeja con asadura de cordero. Tenía que llevar un corazón de cordero a la hora de Biología, hoy les tocaba  ver como es un corazón por dentro y disecarlo.
Miró la hora.

-Las siete y media –murmuró.

Se abrigó y salió a la calle. Cerró la puerta tras de sí y miró a los lados mientras sacaba y se ponía  los auriculares de su MP3. Salió muy pronto, prefería estar en la calle que esperar a que bajara su madre y le dedicara unas despectivas palabras, como hacia todos los días.
No caminó hacia el instituto, cruzó la calle para llegar a las colinas de enfrente de su casa. Hacía un año que habían construido un auditorio ahí, pero lo demás seguía como antes. Subió hasta la parte más alta del auditorio y dirigió la mirada al pueblecito que estaba al otro lado de las colinas. Ahí era donde supuestamente vivía la chica del chat. No tardó en irse de ahí, prefería no pensar en ese momento en la chica. Se dirigió a su instituto.
Eran las ocho y cuarto cuando se encontró a Rafaela en la puerta del instituto. Rafaela era, junto a su marido Cristian, la dueña de la cafetería.
-Buenos días –saludó Brian.
-Hola bonito, ¿qué tal? –respondió Rafaela.
Brian no tuvo tiempo de responder, Rafaela aceleró el paso y se metió a la cafetería. Acostumbrado a que la gente le ignorara, Brian continuó su camino y entró al edificio. Dejó la asadura de cordero en la taquilla, cerrando la bolsa bien para que no oliera muy mal. Se sentó en un banco, esperando a que el timbre sonara para ir a clase.

Al salir de clase pudo comprar una bolsa de patatas en la cafetería. Salió caminando hacia su casa, aburrido y solo. El MP3 se había quedado sin batería y no podía entretenerse de camino a su casa. Cuando llegó, encontró una nota de su madre en la nevera.
<>

-Genial –dijo sarcásticamente- otro día sólo y currando.
Llevaba ya unos dos meses trabajando como un condenado, manteniendo la casa. Fue al salón y encendió la televisión. No solía mirarla, pero en ese momento, no quería estar en silencio. Después de descansar, fue a cocinarse algo. Sacó los ingredientes y empezó a prepararse un puré de patatas. Para terminar el bacon, lo cortó, lo preparó y se lo echó al puré. Además, preparo una ensalada, añadiendo aceite y una pizca de vinagre.

Después de comer, se pasó toda la tarde haciendo tareas sin parar, con el ordenador al lado para entretenerse mientras trabajaba. No paró, hasta que escuchó el típico sonido de un nuevo mensaje en el chat. Dejó lo que estaba haciendo y se acercó a ver quién le hablaba, levemente emocionado, pensando que podía ser ella.
Efectivamente, era ella, Sofía. Brian sonrió y se sentó para hablar. Conversaron sobre su vida, su estado, bromearon sobre varias cosas. En un momento de la conversación, tocaron un tema, el amor. Según le había contado a Brian, un amigo de Sofía le había pedido salir. Sofía le dijo a Brian que estaba dudando que decirle, ya que no tenía claro si le gustaba o no.

En ese instante, en ese preciso instante, Brian sintió algo que nunca antes había notado. Un odio contra ese chico nació en su interior, además, Sofía le enumeró varias cosas que le gustaban de el chico y, cada una de esas palabras sobre el chico alimentaban esa gran masa de odio. 

Brian procuraba aparentar que no le importaba, y aconsejaba un poco qué podría hacer para decirle que sí sin ponerse nerviosa, pero no aguantaba más y, poco a poco, consiguió cambiar de tema sin que Sofía se diera cuenta. Cuando se fue a dormir, Brian se aseó y se acostó, prometiéndose que no se levantaría en toda la noche, para ver si finalmente, conseguía dormir.
Pasaban las horas, y Brian se retorcía de los nervios. Por un lado, no poder dormir le frustraba, por otro, recordaba a Adrián, el chico del que le habló Sofía y le insultaba en su interior.

<< Si le tuviera aquí, a mi lado... pero... ¿Por qué  le odio?>>

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